lunes, 7 de marzo de 2016

Dietas restrictivas y trastornos alimenticios, ¿relación?



Un trastorno alimenticio restrictivo supone una malinterpretación de la comida como una amenaza o daño potencial. Es una condición crónica catalogada como enfermedad mental dentro del Manual diagnóstico y estadísticade los trastornos mentales. Ese mismo tratado divide el trastorno en tres clasificaciones principales: anorexia nerviosa, bulimia e ingesta alimenticia restrictiva (aunque recientemente se han añadido algunas categorías más, pero son opuestas a la ingesta restrictiva o la no ingesta alimentaria por lo que creo que se pueden omitir en este artículo) y la comunidad psicológica parece estar de acuerdo en que en una clasificación transdiagnóstica (la mezcla de todos los aspectos de los tres espectros), anorexia y bulimia no estaría muy alejadas una de la otra, ni muy alejadas ambas del trastorno de restricción alimenticia.
Según parece también las causas pueden ser neurológicamente inherentes (incluso en animales) y por diferentes causas socio-culturales.


Supone:
Evitar la ingesta de comida.
• Abuso en sustancias laxantes y/o diuréticas.
• Recurrir al ejercicio físico como alivio a la ansiedad producida con el comer.
• Aplicar una adherencia rígida al comer “sano” o “limpio” para aliviar la ansiedad por la comida.

En lo último (y en la última causa comentada arriba) está el porqué de escribir sobre esto. Cualquiera que haya pisado un gimnasio o se haya acercado un mínimo al mundillo sabe de lo que estamos hablando o puede atar cabos. “Comelismpismo”, bingo.
Pero aunque el “come-limpismo” sea lo primero que viene a la cabeza, hay muchos más ejemplos.
Seguir una dieta restrictiva (si no es por causa de una enfermedad existente que condena la ingesta de ciertos alimentos) no es saludable en términos psicológicos, y no tiene fundamento genérico en términos nutricionales. Tampoco son patrones alimenticios sostenibles a largo plazo: inevitablemente derivará en ansias por los alimentos prohibidos (cosa que ya de por sí es insalubre) y, muy probablemente, derivará en atracones de ese mismo alimento prohibido que, tras eso, provocará remordimientos de conciencia. Y la situación se puede agravar (mayor restricción a dichos alimentos, mayor adherencia a la dieta restrictiva, mayores ansias)
Dudo que alguien pueda catalogar eso como saludable. No es saludable seguir una dieta con la que no se disfruta y que te hace sentir miserable y con ansiedad.

¿El final de esa espiral es un trastorno alimenticio restrictivo? ¿una enfermedad mental que necesita de tratamiento psicológico para superarla y que puede desembocar en trastornos aun más graves? ¿todo por una afición (que deja de serlo cuando se convierte en obsesión)?
Pues no tiene por qué ser una condición sinequanon, que esto no es una llamada al alarmismo ni el asentamiento de la cátedra de que dieta restrictiva = trastorno mental diagnosticado, pero a veces lo es y, seguramente, sea algo que conviene tener en perspectiva.